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Lo que tienes que saber sobre la nueva propuesta de pensiones
Alejandro González
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Febrero 06, 2024

Lo que tienes que saber sobre la nueva propuesta de pensiones

A principios del 2024 nos enteramos de una noticia que supone el sueño de todo trabajador, es aspirar a retirarnos sin preocupaciones económicas ni el cómo vamos a ahorrar para cuando llegue ese momento.

El presidente Andrés Manuel López Obrador planteó la intención de mandar una reforma en el sistema de pensiones para que los trabajadores mexicanos puedan pensionarse con el 100% del salario de su último trabajo.

Eso sobre papel suena excelente, imaginemos que llegue el momento del retiro y puedas contar con la remuneración económica que tenías a la hora de trabajar. Pero ¿realmente esto es viable? Y antes ¿en qué consiste está intención?

Dejemos de lado las intenciones o el trasfondo político de dicha intención, la cual obviamente ha generado polémica. Vamos a centrarnos, para este artículo en describir en que consiste dicha intención, contexto histórico en el que se da y hablar un poco sobre su viabilidad.

Básicamente lo que el presidente expresó es reformar el sistema de pensiones para que los trabajadores puedan jubilarse con el 100% de lo que percibían mientras trabajaban. Esto significa volver al esquema de antes de 1997 pero hay que entender cómo funcionaba ese esquema y por qué fue cambiado.

Antes de 1997 nuestro sistema de pensiones era administrado por instituciones públicas y financiado por dinero público, es decir ingresos producto del pago de impuestos, aportaciones o ingresos extraordinarios producto de la rentabilidad en empresas públicas. Era el IMSS y el ISSSTE quienes administraban dichos sistemas de pensiones.

En este sistema de pensiones los colaboradores hacían aportaciones, como hoy, en sus respectivas cuentas para el retiro, no obstante, para mitigar la inflación con la cual dichos fondos se podían devaluar y garantizar un rendimiento, estos fondos estaban subsidiados por tales fondos públicos de tal forma que lo que se aportaba era compensado por dinero público para poder solventar las pensiones de los jubilados.

Aun cuando había participación privada no se podía ignorar la gran participación de dinero público. Pero en estos tiempos esto era viable por un factor demográfico, sobre todo. Recordemos que en los años 50 y 60 México experimentó un boom demográfico acompañado de un crecimiento económico acelerado también llamado “Milagro Mexicano”.

Este boom demográfico permitió que tuviéramos una base productiva mayor, es decir que hubiera más personas económicamente activas que personas que no y al final, y en términos simples, son las personas que generan riqueza quienes sostienen a quienes no, dígase niños, personas incapacitadas para trabajar o personas de la tercera edad. En este sentido no había tanto problema pues la base de la pirámide poblacional estaba conformada por población joven y económicamente activa.

En los setenta y ochenta esta pirámide comenzó a invertirse y con ello el crecimiento económico que teníamos, en gran medida gracias a la producción petrolera. ¿Qué pasó entonces? Pues que ya a principios de los 90 era insostenible el sistema de pensiones que dependía de esas ventajas demográficas y económicas con las que contábamos y sobre todo dependía de las aportaciones públicas a manera de subsidio.

Pronto la proporción de personas económicamente activas comenzó a ser menor frente a aquellas que por alguna razón ya no podían trabajar. Y si son menos personas quienes mantienen y más las que dependen del sistema de pensiones entonces los rendimientos de dicho sistema son insuficientes para poder garantizar la pensión al 100%.

En 1997 se reformó el sistema de pensiones para que este pasara en su administración y fondeo a instituciones privadas, mediante fondos también llamados afores. La idea es liberar de toda esa carga financiera y fiscal al gasto público y que fuera el sistema financiero privado quien se hiciera cargo de ello.

El problema es que ya sin el subsidio gubernamental las aportaciones nunca serán suficientes para poder garantizar un 100% de pensión sobre el salario recibido. Más bien, solo se garantiza que dichas aportaciones generen un rendimiento suficiente para hacer frente al a inflación y un poco más pero no lo suficiente para alcanzar el 100% de sueldo.

Para ello tendríamos que aportar el 50% de lo que ganemos cada dos años por cada año que planeamos en el retiro y eso es inviable sabiendo que tenemos gastos y no podemos disponer de dicho porcentaje.

Bueno, la propuesta del presidente, al menos por ahora en discurso, busca regresar al viejo esquema de pensiones. Pero aquí surgen varias cuestiones:

La primera es: Si las aportaciones y el modelo de rendimientos actual es insuficiente para poder contar con el 100% del salario una vez nos retiremos entonces ¿De dónde va a salir la aportación faltante para que esto sea viable? En algunos países esto se le cargaba a las propias empresas, pero esto también supone un gasto enorme a ellas que pueden comprometer su rentabilidad, y en el caso de México (previó a 1997) era el gobierno quien también subsidiaba dichas aportaciones.

El presidente ha sido claro, al menos por el momento, de que dicha aportación no será cargada a las empresas y será el gobierno quien aporte al sistema de pensiones, aunque hasta ahora no ha dicho como.

Lo que sí sabemos es que aún no hemos logrado revertir nuestro inconveniente demográfico, el cual por el crecimiento poblacional no pinta a ser revertido en un futuro próximo.

Entonces una de las alternativas es obtener dichos recursos del apartado fiscal, es decir del pago de impuestos, lo que significaría una reforma en la ley fiscal para poder destinar una parte de lo tributado al sistema de pensiones, o aumentar el pago de impuestos que al final sí significaría, de una forma, cargárselo a las empresas y trabajadores.

Aunque el discurso apunta a disminuir la cartera vencida en el pago de impuestos esto no siempre es tan fácil como parece, pues ni los sistemas fiscales más sofisticados han logrado reducirla considerablemente.

Y tomando en cuenta el gasto actual a nivel federal, significaría destinar un 23% de dicho gasto al sistema de pensiones para que esto sea posible. Entonces, tenemos un problema de viabilidad financiera.

La pregunta es ¿Cuál será la propuesta del gobierno para que esto sea posible sin que el sistema de pensiones se convierta en un dolor de cabeza como lo es hoy en países cuya pirámide demográfica está invertida, tales como Japón, países escandinavos y otros cuyos sistemas aun dependen de un subsidio social?

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